viernes, 30 de septiembre de 2016

Una explicación (I).

Tendría unos quince años cuando el viejo me llevó por primera vez al Hipódromo de Lasarte. Espera, lo miraré en alguna base de datos. Año 1983. Trece añitos.  Ahora, los tontos a las tres, lo llaman Hipódromo de San Sebastián. Chorradas. Era un día grande. Quince de agosto. Quizás, el día más grande de la temporada de carreras de caballos del verano. Se iba a disputar la Copa de Oro sobre los ya clásicos 2.400 metros. Yo no tenía ni idea de lo que vendría después de conocer algo tan extraño.

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